sábado, 31 de octubre de 2009

Para siempre

Se despertó y sintió en un instante todo el peso de su cuerpo. Sintió cómo su espalda y sus piernas se hundian en el colchón. Se sintió colgar de su esqueleto. Como un trapo viejo colgando de sus huesos a medida que se levantaba.

Pensó un rato, sentado en la cama algo confundido, mirando a su alrededor, tratando de recordar. Reconoció las mesitas de luz, el velador, el tono amarillento de la luz. De golpe, se reconoció al fin, estaba sentado en su habitación. Por un momento volvio a dudar, miro por las rendijas de la persiana y con la fuerte luz de la tarde vio a una vecina trayendo a sus hijos del colegio. "Me estoy levantando de la siesta" pensó, mientras sus pies buscaban su calzado con un movimiento automático. Metio en las mismas pantuflas que tiene hace muchisimo tiempo, los pies que tiene hace muchisimo mas. A la vez que sus brazos empezaron a empujar su cuerpo entero se tensó. Poco a poco, con un gran ezfuerzo se levantó y una vez de pie miro alrededor, hacia atras vió que la cama estaba vacía, miró hacia adelante buscando la puerta. Caminó lentamente y mientras miraba el piso vio una imagen muy familiar, sus pies avanzando, poco a poco, durante los larfos segundos que le llevaron llegar a la puerta. Frente a ella vió su mano apoyarse en el picaporte, sintió un agudo dolor en la muñeca cuando lo hizo girar y abrió la puerta. Toda la luz de la tarde, brillante, apareció delante de él. Avanzó y a medida que se acostumbraba a la luz fue distinguiendo una silueta oscura.

La miró fijo y cuanto más se acostumbraba a la luz esperó ver mas detalles en esa sobra, esperó ver el color del vestido, el del cabello, unos ojos. Por un momento, muy breve sintio espanto. Ningún rasgo apareció. La silueta oscura, indescifrable, seguia delante de él. No pudo moverse hasta que la reconoció y sintió una fuerza terrible en su rostro, sintio su cara estirarse con una sonrisa imposible de evitar. Sintio un fuerte calor en el pecho que lo inflamaba, como llenándolo de aire caliente, haciendolo flotar y levantando el resto de su cuerpo.

Con los ojos bien abiertos, ya acostumbrados a la luz, la miro sin poder posar sus ojos en ningun punto. Recorriéndola sin poder fijar la vista en nada más que su contorno y todavia sonriendo dijo, "buen día, mi amor" sintiendo su pecho inflarse aún más y mirando denuevo sus pantuflas, volvió a avanzar.

El jardinero

Era una enredadera inmensa, desprolija, llena de ramas entrecruzadas, hermosa. Y si una cosa tan monstruosa era tan bella era porque nada de lo que existía dejaba de ser, de una forma u otra, parte de ella.

Las paredes que envolvía le daban su forma. Las plantas que la rodeaban, de diferentes colores, le hacian contrastar diferentes tonos, haciéndolos resaltar. Así habia zonas de verdes brillantes que evocaban praderas interminables, o zonas de verde oscuro, en algun recoveco de las paredes, inundadas en sombras. Estas partes hacian pensar en bosques oscuros, selvas salvajes, llenas de misterios y secretos.

Sobre esta enredadera empezo a trabajar nuestro jardinero, lentamente. Le fue insertando una grilla por debajo de las ramas. Una gran grilla cuadriculada colocada de forma tal que con el tiempo la ennredadera fue creciendo alrededor de ella, siguiendo todas las guias. Poco a poco todo se fue adaptando y uniformando y ahora cualquier sector de la enredadera es muy parecido a cualquier otro.

Por suerte, a pesar de todo, los contrastes y los rincones oscuros son todos los mismos. No hay forma de que la enredadera no tenga, en mayor o menor medida, la forma de la casa en la que se apoya y que tome lentamente a la grilla que la soporta y la haga parte de ella. Y si esto es así es porque la enredadera esta viva, y sigue siendo ella. Así la vida avanza, en cada descuido, constantemente, hermosa.

a los ojos


Mis ojos en tus ojos
o mis ojos en tu ojo
el izquierdo ahora
ahora el derecho

Tus ojos en los mios
o tus ojos en el mio
el derecho ahora
ahora el izquierdo

Siempre encontrándonos
sin poder evitar
mirar de reojo algo mas

Sólo la mitad
la mitad de mi mirada
vuelve en la tuya

Nunca podré evitar,
sin dejar de ver,
que la otra mitad
sea sólo para mi

No vuelvo por donde fuí

Hace un tiempo escribí:

Fue un largo camino hasta la parte mas alta, o mas baja. Ya no importa cual, antes importaba. Pero al final lo que sea que es, no tiene nada que ver con si es alto o bajo respecto a otros, solo diferente. Si no tuvieran tantas connotaciones no tendría que usar otro termino, como "ahí".

Entonces decía, fue un largo camino hasta ahí. Aprender tantas cosas, gestos apropiados, respuestas esperables, fue un gran trabajo. Por suerte pude aprender hasta un punto en que entendí que no importaba. Asique ahora estoy empezando a olvidar, a bajar, a volver, lo que sea. Pero eso sí, decidí que no vuelvo por donde fui. Quien sabe, tal vez volviendo por otro camino me encuentro con algo que valga la pena recordar.

Lo escribí hace un tiempo, no importa cuanto. Hoy me alegro de que ustedes esten acá.

El científico


Hacía tiempo que estaba a cargo del proyecto de investigación mas importante sobre el tema. Subensionados por entidades privadas y estatales de todo el mundo gozabamos de gran libertad y eso nos había permitido lograr grandes avances en la comprension de la enfermedad. Encontrar un tratamiento para el brote psicotico de mayor incidencia en la historia se habia convertido en el objetivo principal de mis estudios y de mi vida. Con casi la mitad de la población mundial afectada y la mayor crisis vivida jamás era el único interés de muchísima gente.

La enfermedad avanzaba muy rápidamente. La primer tarea fue preocuparnos por describir el recorrido, los primeros síntomas y su desarrollo hasta la atrofia final que la caracterizaba. Respecto a los síntomas iniciales la primer conclusión que pudimos tomar, por el seguimiento de diversos casos, es que comenzaba con desordenes en el sueño y el apetito. Aunque no era aplicable a todos los que enfermaban y en algunos sujetos ni siquiera se presentaban estos sintomas se los encontraba en una cantidad significante de enfermos durante los primeros momentos. Además de describir el recorrido de la enfermedad hubo estudios por tratar de determinar las causas de su aparición pero los grades esfuerzos realizados en esta materia no dieron resultados muy prometedores. En sus causas no pudimos encontrar ningún tipo de patrón y éste era el mayor motivo para que todo el mundo esté interesado en una terapia eficaz. Encontramos que la probabilidad de enfermar era exactamente la misma para cualquier persona, sin importar la edad, sexo, estilo de vida, clase social, absolutamente nada. Ningún tipo de correlación con nada razonable.

Los primeros cambios notorios en la actividad cerebral se exteriorizaban como una dificultad creciente en la articulacion de las palabras. El que enfermaba primero se encontraba con esas dificultades sólo mientras hablaba pero a medida que avanzaba la enfermedad el trasnstorno avanzaba velozmente y el sujeto comenzaba a emitir sonidos en todo momento. Estos sonidos constantes brotaban como incomprensibles murmullos y le daban a los enfermos un aire mistico un tanto tétrico capaz de incomodar a cualquiera. Este murmullo se habia convertido en el simbolo mas caracteristico de la enfermedad y por conveniencia teorica los comenzamos a llamar síntomas del alma para oponerlos a lo que sucedía con el cuerpo. A diferencia de la creciente actividad en el habla, en el cuerpo se daba un constante decaimiento. Los enfermos poco a poco entraban en estado vegetativo pero jamás perdían el tono muscular manteniendose activos y saludables pero sin ningun indicio de voluntad. Por sí solos jamás iniciaban una actividad pero si eran guiados por alguien más obedecían como si entendieran perfectamente lo que se quería que hagan. Con el tiempo de trabajar con ellos más de una vez llegue a pensar, no sin cierto horror, que sabían exactamente lo que uno queria. En los grandes centros de tratamiento ésta caracteristica sumisa facilitaba enormemente las tareas. Las dificultades se daban en soportar el ambiente. En los pabellones inmensos los murmullos constates se convertian en un gran zumbido insoportable. Parecían verdaderos panales humanos que se escuchaban a la distancia. Un fluir deforme de sonidos que podían perturbar al más centrado.

Concentrado en el sistema nervioso de los enfermos me llevó tiempo darme cuenta de la importancia de estos murmullos. Fue una especie de intuicion musical que me llevo por ese camino. En los primeros grupos estables del pabellón donde trabajaba empece a notar, cuando estaban todos juntos, cierta cadencia en el murmullo. Como si una forma o estructura algo deforme se repitiera. Relizando mediciones individuales y grupales encontramos que cada uno repetía exactamente el mismo murmullo mientras se mantuviera en una posición, y parecia variar de acuerdo a donde se posicionara al enfermo. Sorprendente fue encontrar también que cualquier individuo emitia un murmullo increiblemente similar si se lo acomodaba en la misma posicion que otro. Como si no dependiera de la enigmatica actividad cerebral de cada individuo sino de algo exterior. El murmullo era analizado por computadoras al mínimo detalle pero para el oido entrenado los cambios eran distinguibles con sólo escuchar con atención.

Rápidamente los estudios se empezaron a dar por todo el mundo y esto nos dió una gran cantidad de datos con los que trabajar. Los estudios avanzaron y aunque no sabíamos bien su valor en relación al tratamiento de la enfermedad llegamos a conclusiones sorprendentes. Se encontró que el patrón tenía mucho más sentido a nivel global. Como si cada punto de la tierra tuviese una cualidad especial diferente a cualquier otro punto generando murmullos diferentes de una complejidad asombrosa. Estudios matematicos de la señal sonora avanzaron y se la logró expresar como una función de más de doscientas variables. Otro dato tan sorprendente como enigmático fue encontrar que a lugares opuestos del globo correspondian murmullos exactamente invertidos. Sin encontrar una aplicación directa estos estudios se siguieron realizando por lo prometedor de la coherencia matemática en los datos que aportaban.

Los estudios se centraron en buscar una relación entre la posición espacial de los sujetos y el valor que tomaban las diferentes variables. Estudiando estas variaciones encontramos lo que corresponderia a picos en su nivel, es decir, lugares del planeta en los que, a medida que se acercaba un paciente, las variables medidas en su murmullo aumentaban en mayor grado. Se realizaron gráficos que representaran estas variaciones y su estudio daba la sensacion de que existiera una constante rodeando a todo el planeta en estado perfectamente estático. Se trazaron estos resultados sobre diferentes mapas y en muchas ocasiones los picos en el murmullo correspondian con ciertos lugares marcados por la cultura y por maravillas naturales lugares que ciertas culturas habian llevado a llamar "energéticos" tales como las ruinas de Machu Pichu o el Gran cañon del río Colorado entre otros.

Estos estudios me habían llevado a este último viaje. Se había vuelto común viajar con grupos grandes de enfermos para realizar mediciones en distintos puntos del planeta. Esta vez viajamos a la ciudad de El Calafate con 50 individuos enfermos y 5 ayudantes (con la actitud sumisa de los pacientes no hacían falta más). Llegamos en un charter con los pacientes alrededor de las 19 y fuimos directamente a un hotel. Al día siguiente haríamos el viaje al Parque Nacional los Glaciares donde habíamos arreglado para realizar unas mediciones frente al glaciar Perito Moreno. Nos despertamos temprano y llevamos a los pacientes en dos micros hacia las pasarelas turísticas. Una vez dentro del parque el micro avanzaba por caminos de montaña y cuando se hizo visible el inmenso glaciar notamos un cambio en el fluir de los murmullos. Esto pasaba en muchos puntos, en los mapas quedaba graficado como un escalón, un cambio instántaneo de una significante cantidad de variables y por ser tan bruscos estos cambios eran los más fáciles de reconocer con sólo escuchar. Mientras dábamos la vuelta en esa curva en la que por primera vez se veian los hielos sentí el escalón y tuve una extraña sensación, como si el cambio fuese mas claro. Fue similar a la sensación de disfrutar un cambio en una cancion que uno ya conoce.

Cuando bajamos de los micros los pacientes comenzaron a caminar como les indicábamos. El cielo estaba cubierto y una fina lluvia caía asique cubrimos las cabezas de todos con las capuchas de las camperas del hospital. Apenas nos organizamos empezaron a bajar hacia el primer balcón y verlos en semejante contexto, todos vestidos iguales y caminando con la serenidad que caracterizaba el andar de los enfermos me hizo pensar en monjes peregrinando, absorvidos por el paisaje que los rodeaba, me fascinó verlos andando por esa pasarela de madera, bajando por la ladera de la montaña, entrando y saliendo de pequeños pero espesos bosques bañados en la fina lluvia que mojaba todo como si fuese una gran esponja. Los cincuenta pacientes bajaron sin quitar la mirada de los imponentes hielos, miraban los picos nevados que rodean el galciar, y la inmensa superficie del gigante, una plataforma que se extiende hasta perderse entre las montañas portando todos los tonos, desde el blanco mas intenso a la luz del sol hasta los azules mas fuertes y brillantes de los trozos que se desprenden debajo de la superficie del lago pasando por pinceladas de infinitos tonos a medida que la luz del sol escapaba las espesas nubes y recorria los hielos. Estaba facinado con la imagen cuando una joven mujer me llamó la atencion. Me llevó tiempo comprender lo que me quería decir, estaba absorvido en mis pensamientos cuando me tomó del brazo y poco a poco, mientras volvía a mi estado normal, senti los murmullos crecer como si hubiesen estado apagados mientras admiraba la imagen. Y entre los murmullos por fin entendí a la joven que me decia a los gritos que los turistas estaban un poco asustados. Me trataba con gran respeto y en ese tono me pidió perdón por haber arreglado la cita para ese dia, se disculpaba por no haber imaginado que la situación fuera así. El sonido ahora me parecia realmente terrible y le dije que no tenia ningún problema. Rápidamente me ofrecio cerrar el lugar al público por todo el día siguiente para que podamos realizar todas las mediciones que necesitemos. Arreglado esto la mujer se retiró por las escaleras y yo avisé por radio a los enfermeros para que bajen a ayudarme con los pacientes.

Mientras los veía a lo alto bajar lentamente por la larga escalera volví a sentir la sensación de estar escuchando una canción conocida, mientras esperaba me quedé mirando el glaciar y escuchando con renovada atención. El sonido era terrible y parecia venir de todos lados, como si de los valles de donde nacía el glaciar surgieran voces que recorrían la extensión de los hielos haciendo vibrar todo hasta llegar a mis oidos. Sentía el vibrar de la tierra bajo mis pies, como si latiera, y creía poder sentir cualquier punto del paisaje con solo mirarlo o pensar en él, cuando se me ocurrio esto noté con sorpresa que los enfermeros ya se habian puesto a trabajar y que el murmullo de los pacientes ya se alejaba a mis espaldas. Me di cuenta que habia entrado en trance otra vez, o que en el fondo nunca había salido de él. Noté que el murmullo que emitían los enfermos a mis espaldas se separaba gradualmente del que venía del glaciar a medida que ellos se alejaban. Sentí estar en trance otra vez, como si esta vez lo viviera concientemente, lo sentí como una paz inmensa y no me sorprendí al notar que un tercer murmullo aumentaba cada vez mas encajando en perfecta armonia con el que venia del hermoso paisaje. No me sorprendió tampoco darme cuenta que surgia de mi propia boca. Tuve una sensación de comprensión total. Mis estudios en lo que pensaba como una enfermedad habían llegado a su fin, y habían destrozado todo lo que había aprendido hasta el momento, explicándolo todo. Intiuía el significado en ese murmullo sin poder traducirlo a palabras articuladas. Ya no había nada que decir, sólo escuchar.

Me quedé parado hasta que los enfermeros vinieron a buscarme. Los acompañe encantado, aunque me llevaran lejos de ese hermoso lugar. El murmullo ya es claro en todos lados y tambien su significado. Subí al micro donde los rostros que antes me habían parecido apagados ahora me sonríen dandome la bienvenida. Ahora estoy aquí sentado, haciendo lo que ellos quieren mientras el micro recorre los caminos del parque. Según el último censo a la mitad de la poblacion ya se la considera enferma y el número aumenta exponencialmente. Pronto todos comprenderán y ya nadie nos va a decir qué es lo que tenemos que hacer.

Espejos



Allí no había espejos ni cámaras de fotos ni nada que refleje imágenes. En ese lugar nadie consideraba a su cuerpo como un todo. Mas allá de lo que podían ver de sus brazos y de sus cuerpos y de las sensaciones que les llegaban no existía para nadie un individuo. Para cada alma los actos no eran considerados en funcion a si mismos sino a cómo repercutian en todo lo demas. Un individuo diría que cada uno era absolutamente todo excepto sí mismo.

Cuando las aguas cristalinas de un lago se tornaron opacas los hombres que habitaban las cercanías se vieron reflejados por primera vez en su superficie. Vieron sus cuerpos moverse en conjunto y los confundieron con sus almas. En sus mentes se creyeron tan completos y únicos como los cuerpos que veían. Se difereciaron del todo y para quienes habitaban cerca del lago el universo entero se dividió. La piel se transformó en un límite. Por dentro las almas, antes infinitas, se transformaron en simples personas y por fuera quedó separado y abandonado el mundo ilimitado.

En un tiempo anterior cada ser no se preocupaba más que por el bienestar de todo lo que lo rodeaba, sin pensar en el beneficio personal. A su vez, cada uno era cuidado por el universo entero. En los alrededores del lago espejo esto se acabó. Primero los seres se diferenciaron del resto del mundo y se llamaron humanos y luego se diferenciaron entre sí formando grupos y enfrentando intereses individuales.

Una mujer que nunca habìa visto su reflejo llegò un dìa al lago y lo sintió diferente a lo que había conocido. Este ser recorría el mundo cantando lo que sentía y al llegar un terrible dolor recorrió su alma y surgió transformando su canto.

Ella misma, recorriendo el lugar, se encontró con su reflejo y sufrió el mismo destino que todos los demás. Obtuvo un nombre y tuvo la ilusion de ser única e independiente. Surgieron en su mente pensamientos que cubrieron como un velo la paz de su alma que nunca habia necesitado palabras. Pero el dolor por lo que sucedía siguió atravezando su alma y sin ella saberlo continuó cantando el dolor que sentía por lo que sucedía. Habiéndolo visto desde afuera transmitió esas imágenes a quienes nunca se habían visto acutar así.

Todos escucharon sus canciones y quienes estaban listos para entender el mensaje destruyeron la piel que los limitaba y se fundieron en un todo perfecto y completo y la mujer, tambien unida al todo, nunca dejo de cantar su alegria.

Alas


Como todos abrió sus ojos y sus alas a la vez, el metal era lo único que veia y las alas, al abrirse, chocaron con él. Por tanto tiempo, lo unico que vio fue esa máquina, lo unico que quizo fue subir y volar en ella. Un avion de entrada y asientos estrechos. Decidido, corto sus alas para poder entrar.

En la manga cientos de personas recorrian el camino convencidos de lo que hacian, con sus espaldas mutiladas. Subían uno a uno al avion y todavia moviendo lo que quedaba de sus miembros alados se apoyaban contra los asientos ahogando lo que alguna vez fueron hermosas alas contra unos comodos respaldos acolchonados. Èl se acomodo junto a una ventanilla y sintio como la maquina tomaba velocidad.

El avión despegó y recorrió el cielo torpemente, semejante maquina no podia moverse tan facilmente y con movimientos bruscos intentaba esquivar a los que, sin haber querido renunciar a sus alas, recorrian el cielo.

Tarde o temprano iba a pasar, junto a la ventanilla vio como una alado terminaba incrustado en la maquinara del avión. Luego de esto la maquina perdio el control y torpemente choco a cientos y los hizo pedazos entre sus turbinas. El avión cayó y aquellos que habian resignado a sus alas cayeron con él. Culparon a los alados de destruir la maquina por recorrer el cielo tan audazmente y él opinó lo mismo que los demás.

Muchos aviones más se construyeron, esta vez preparados para no caer aunque algunos alados terminaran entre sus turbinas.
Pero un dia el cielo se lleno de plumas blancas que cubireron todo lo que la vista llegaba a ver. Y los aviones no cayeron, suspendidos en las alas llegaron mas alto que nunca. Sus turbinas frenaron y no destruyeron a nadie mas. Y los que alguna vez habian renunciado a sus alas pudieron volar otra vez. Èl se levanto de su asiento y se acerco a la puerta, salio de la maquina y recorio el cielo apoyado en las alas desplegadas de los que nunca quisieron abandonar el esfuerzo para poder volar.

Yo, tu, él... nosotros.

Una persona no existe más que como una interpretacion de todos los demas. Cuando uno dice algo, ¿Qué es lo que quizo decir? Los demas deciden qué es lo que habia querido decir pero lo cierto es que dijo lo que dijo. Cada uno esta creado momento a momento por la conducta de todos los demas.

De repente Yo no era yo sino todos los demás. Pero no es que Yo sólo era ellos sino que ellos eran yo. Así, Yo, junto con otros, podíamos ser cualquiera, hacer a cualquiera. Porque cualquier otro no era sólo Él sino todos nosotros.

Busqué a otros como yo, hechos por los otros que no eran como nosotros y con ellos fuimos uno. Así, nosotros, ahora Yo (entre todos) podíamos ser, o hacer, a ellos o sea a él. Pero Él se enfrento a mi, aunque Él era yo y Yo era él, a Él no le gustaba él (O sea Yo) y por un momento no me gustó Él. Hasta que me di cuenta que era Yo. Así fue que cambié. Y a mi nuevo yo, o sea, Él, le gusté, se gustó. Y Él y Yo somos uno. Pero ya no somos Yo, somos todos.

Victor, el molinito


En una galería cerca del mar, en un kiosquito buena onda, había un mostrador con varios molinitos que giraban con el viento. En general giraban fuerte cuando soplaba fuerte, no tanto cuando no soplaba tanto y nada cuando no soplaba. Con el tiempo, los kiosqueros habían aceptado esa forma de actuar de los molinitos, siempre hacían lo mismo, tanto que ya ni se notaba. Pero en ciertos momentos la cosa parecía cambiar.

Más de una vez los chicos se dieron cuenta que había un molinito de aspas amarillas y verdes y, en el centro, un ojo colorido en revoltoso espiral, que no hacia lo que uno esperaba. En el medio de la noche, mientras la gente se juntaba en las mesas y la galería se llenaba de risas y alegría, sucedía que todos los molinitos giraban con el viento pero, inadvertido, el molinito especial empezaba lentamente a girar en la otra dirección. Otras veces, cuando antes de una tormenta se levantaba un fuerte viento, nuestro molinito se mantenía estático con su ojo espiralado manteniendo fija la mirada.

Ante la mirada de la gente el molinito se ponía a actuar como los demás por miedo a que no les guste que sea diferente. Pero no le pasaba lo mismo con los trabajadores del lugar. Ellos tenían amigos tan diferentes y los trataban tan bien que el molinito se empezó a soltar delante de ellos.

Con el tiempo los chicos se dieron cuenta que había algo especial en él. Llenos de curiosidad lo tomaron y lo llevaron con ellos dándole así, sin darse cuenta, piernas para moverse, una forma de explorar el mundo buscando las cosas que lo hicieran girar. Así también, junto con sus piernas, gano un nombre, Víctor, el molinito

Víctor con sus nuevas piernas se lanzó a explorar el mundo. Descubrió que las largas caminatas a la playa lo hacían girar como loco al igual que los árboles que se mecían suavemente con el viento. Descubrió que le encantaba andar en bicicleta por la galería, dando vueltas y vueltas entre las columnas. En un momento, al ver a lo lejos un lugar abarrotado de gente, Víctor salió corriendo para estar con ellos pero apenas llego a la puerta frenó al instante viendo que no era gente alegre sino gente aburrida y encerrada. Dio media vuelta y siguió buscando, y encontró un grupo de gente reunida que reía sin parar, con ellos se quedó girando contento un buen rato.

Uno de los kiosqueros vio que el molinito giraba más o giraba menos según quienes tenía alrededor. El asunto es que este kiosquero también era diferente, tenía un problema en la vista. Sus ojos no podían ver a las personas. Esto le traía muchos problemas para comunicarse. Al no ver a la gente una y otra vez el joven se metía en enredos y malos entendidos. Pero lejos de ser algo malo esto tenia también sus ventajas, el kiosquero no veía a las personas pero si podía ver a las almas y se comunicaba muy bien con ellas. Las almas se escondían a veces en los cuerpos de la gente, quedándose a veces en una misma persona o pasando entre una y otra otras veces, esparciéndose y contagiándose. También flotaban libres en el aire como la sensación de tormenta o se metían en cualquier objeto dándoles belleza e importancia. Ya sea un botón, un pedacito de cartón, una foto en blanco y negro o lo que sea.

Viendo esto el joven se dio cuenta que Víctor brillaba con el brillo de las almas. Éstas lo hacían girar, acariciándolo y empujándolo con fuerza. Y cuanto mas brillaban las almas que los rodeaban Víctor y el kiosquero eran mas felices.

Miradas



En la sala de parto todo se iluminó, cada rincón se bañó de un blanco estridente. Detrás de cada objeto, dentro de cada cuerpo, cada idea, le belleza de este ser brilló.

Mirándolo de cerca luego de que los ojos se acostumbraban un poco se podía ver un hermoso ser, rosadito, sonriente, con un brillo en sus ojos que sólo era igualado por el brillo del sonido de sus risas. Lo que brillaba era su pureza, no como estado inicial de las cosas, sino como infinitud, posibilidad de ser. Esa pequeña bola de luz no era nada y así lograba ser todo. Los médicos, horrorizados, los padres, temerosos, todos con sus ojos entrecerrados, no pudieron ver. Tenían absolutamente todo delante de sus ojos, pero fue demasiado para ellos. Rápidamente el padre busco algo para cubrirlo, las mantas no servían, ni siquiera los parpados. Cerrar los ojos ya no era suficiente para contenerlo todo. El niño tenía sobre su frente un punto negro donde la luz no traspasaba. Un pequeño rectángulo, muy blanco, pero muy opaco. Una fina línea de luz apagada formaba garabatos sobre la superficie. Pronto se dieron cuenta que esos garabatos eran letras que formaban su nombre.

Papa y mama se lo llevaron del hospital, la gente que no lo conocía quedaba maravillada con su luz y se acercaban a los padres que extrañamente mantenían sus ojos pegados sobre la frente del niño. La mirada fija en su nombre. Si los que los veían seguían paso se iban contentos, alegres con la belleza que acababan de ver. Pero si se quedaban se empezaban a sentir incómodos con tanto brillo y pegaban su mirada en la etiqueta, buscando descanso. Cuando llegaron a la casa lo mismo pasó con su familia. Pero la pequeña etiqueta no era suficiente para que todos descansen su mirada.

La abuela, que ya había pasado por esta situación, sacó orgullosa de su bolsillo varias planchas de etiquetas, le dio una al abuelo donde éste escribió, "bosterito" y le clavo la mirada, la abuela le puso "varoncito" a la suya y ya no pudo ver nada más. Finalmente el padre escribió contento "ingeniero" y pego su frente al niño mirando solo esa palabra.

Con el pasar de los años el niño quedo cubierto de etiquetas y por fin la gente pudo vivir cómoda con tanta luz. Cada uno podía elegir donde posar su mirada, así donde algunos veían a un hombre sensible, otros veían una mujer valiente y algunos se quedaban con la mirada perdida en alguna etiqueta en blanco. Entretenidos mirando los diferentes nombres no se dieron cuenta de que la luz perduraba en sus ojos. En realidad, en todos los ojos un brillo asomaba. Las personas que miraban etiquetas le habían puesto una también, una que decía "miradas". Pero por más opaca que fuera no servía para tapar tanto brillo. La gente se pone incómoda con ella, miran hacia otro lado, en ella todo asoma, toda posibilidad todavía existe en la mirada, sólo hay que mantenerla.

La máquina del tiempo


Finalmente la máquina del tiempo estaba terminada. Finalmente iba a poder volver y hacer todo como lo tendría que haber hecho desde el principio.

Escribí todo, lo ensayé, me armé de coraje y me lancé a cambiar mi vida. Volví y fue maravilloso, todo salió como esperaba y disfruté cada momento del recorrido hasta volver al momento donde todo empezó. Pero ahí me di cuenta que algo faltaba.

Analizándolo todo lo sucedido me di cuenta de cosas que debía cambiar, cosas que no eran lo mejor ni para mi ni para nadie, o al menos para mi. Volví a escribir, volví a ensayar y partí para empezar de nuevo. Esta vez cometí algunos errores pero el resultado no había sido tan malo. Estaba decidido a aceptarlo pero la tentación fue mas fuerte.

Llevado por un impulso volví otra vez, sin guión, sin ensayo y esta vez fue un desastre. Mi impaciencia me hizo pasar momentos horribles. Estaba desesperado, ya no podía deshacer esos momentos que había vivido. Sólo me consolaba saber que por lo menos podía rehacerlos.

Me tomé mucho mas tiempo esta vez, planee como un partido de ajedrez las diferentes posibles variaciones, ensayé la mejor respuesta para cada una. Iba a tener que volver más de una vez pero estaba dispuesto. Había decidido cuál era el estado final que yo quería y estaba dispuesto a alcanzarlo aunque tenga que volver decenas de veces. Aunque le tenga que dedicar mi vida a ello.

Ahora que terminé, los años pesan en mi cuerpo y mi alma esta agotada de revivir ese momento. Lo viví y reviví una y otra vez acabando con mi vida. Soy anciano ya pero al menos todo resultó como lo había planeado. Aunque, viéndolo desde aquí, tengo la sensación de que algo falta.

    Cartas




    Poco a poco fuimos aprendiendo las reglas. Nadie nos había dicho cuáles eran, ni siquiera nos habían dicho que existían reglas, pero nos dimos cuenta. Por nuestra cuenta, poco a poco, las fuimos descubriendo.

    Todos en el lugar llevaban sus cartas contra el pecho, nosotros teníamos que adivinarlas. Esto es posible sólo cuando uno comparte la misma carta con el otro. Pero, ¿Cómo saberlo? Me guié por las miradas, por las sensaciones que me provocaba ver a cada jugador. Pensé en buscar a los que sentía que eran como yo. Termine buscando a aquellos a los que yo admiraba. Buscaba a los que eran como yo quería ser.

    Grandes vergüenzas pasé equivocándome. Mostrar tu carta y que sea diferente a la del otro lleva a risas y burlas y al horrible rechazo. Aun mayor viniendo de aquellos a quienes admiraba.

    Con el tiempo ya no quise jugar, aprendí que el llanto no me gustaba y encontré el silencio. Ya no me fije en las personas que, se suponía, debían llamar mi atención y tiré la carta que me había enseñado eso.

    Me puse a jugar con las cartas que tenía hasta el momento. Sin ganas primero, pensando en demostrar a quienes quería que no me importaran, que no me importaban, pero pensando en ellos. Armé castillos, juegos simples, cajas, libritos y con el tiempo aprendí a disfrutarlo y me olvidé de ellos.

    Los castillos se volvieron hermosos palacios con habitaciones que yo no recordaba haber puesto ahí. Los juegos se tornaron más y más complejos y con ellos aprendí cosas que iban mas allá de las reglas con las que jugaba. Con las cartas armé códigos y escribí frases hermosas, frases estúpidas, verdades y mentiras. Con ellas armé poemas hermosos y poemas estúpidos y descubrí que allí ya no había verdades ni mentiras, solo poemas. Con el tiempo llegue a tener muchísimas cartas, y otros tantos juegos.

    Algunas veces quise mostrar mis creaciones, pensando que lo que había alcanzado generaría asombro y podría compartir su belleza. Primero junté a quienes me importaban y les mostré todo, emocionado, sin prestar atención a su reacción hasta que hube terminado. Lleno de energía les hice jugar a mis juegos explicándoles los detalles, recorrimos juntos los pasillos y terrazas de todas mis creaciones y les mostré de una vez todas mis cartas.

    Cuando terminamos algunos me dieron palabras de aliento que me llenaron de alegría pero la mayoría se preocupó por mí. Esto preocupó a los primeros y dejaron de alentarme. Me recomendaron que consiga ayuda y me llevaron con un experto en cartas, me dijeron que él podría hacerme mejorar, que podría ayudarme, nunca supe a qué.

    Este hombre me explicó cómo algunas cartas que yo tenía sobraban. Que ésas cartas no existían ya que nadie más las tenia, dijo que no estaban allí y me obligó a tirarlas. Yo que no quería perderlas, nunca pude creer que no existieran, sintiéndolas como las sentía. Con mi alma envuelta en dolor aproveche que el experto no podía verlas y en vez de tirarlas las guarde dentro de mi y nunca mas volví a mostrarlas. Luego, siguiendo sus instrucciones, ordené las cartas que me quedaban, las que podía usar para jugar con los demás. Pero no jugué. El juego ya no era doloroso pero era simple, fácil. No parecía tener ningún sentido y desde ese momento sólo lo utilicé para conseguir nuevas cartas.

    Con el tiempo empecé a cruzar gente por los pasillos de mi palacio. Escéptico pero algo emocionado considere que podrían llegar a haberlo aceptado. Más y más gente empezó a aparecer circulando por los pasillos. Mi emoción creció con la multitud y olvidé mi escepticismo. Les empecé a hacer notar las cosas que más me gustaban, sus techos, sus columnas, la forma en que la luz cambiaba de color con las diferentes cartas. Ellos me miraron extrañados y así noté que no veían lo mismo que yo. Noté que solo caminaban por ahí, con sus ojos dados vuelta mirando hacia dentro porque una carta decía que era bueno hacerlo. Así es como uno a uno fueron desapareciendo, y así es como sólo quedaste vos.

    Te vi mirando contenta las molduras de unas columnas y te miré bailando en una habitación donde caía constantemente una lluvia de cartas. Viste y disfrutaste aquellas cosas que nadie más había visto. Yo miré tu sonrisa, diferente a las de los otros y no pude dejar de admirarla. Me llevaste al lugar donde la habías encontrado y la compartiste conmigo. Me mostraste tus palacios y yo te mostré los míos. Y nos amamos en cada habitación. Inventamos un juego nuevo y lo jugamos juntos. Y nos llamaron locos. Pero no nos importó, los dos habíamos tirado esa carta.