domingo, 20 de marzo de 2011

Cada momento es hermoso (Tragedia)

Todo cambió repentinamente. Estabamos conversando al borde del muelle bajo el fuerte sol del mediodía y el calor me hizo saltar al río para refrescarme. Me llevó largos segundos comprender la magnitud de la fuerza con la que la corriente me arrastraba.


Mi primer reacción fue reíme de lo inesperado de la situación. Pero era ya, una risa nerviosa.


Comenzé a nadar contra la corriente y noté que de todas formas me alejaba del muelle. Por mas que lo hiciera con todas mis fuerzas la corriente era tan intensa que me hacía retroceder. Pensé en buscar otra solución y cuando se me ocurrió nadar de costado hacia la orilla, aunque la corriente me alejara, sentí un fuerte tirón.


Rápidamente el remolino me empezo a absorber y entré en un estado de profunda desesperación. Mi corazón empezó a latir violentamente mientras agitaba mis brazos y piernas intentando zafarme. La fuerza del remolino era inmensa y no tardé en perder el aliento intentando coordinar mi respiracion y los desesperados movimientos de mi cuerpo. Tragué mucho agua y repentinamente sentí que el miedo era innecesario. Ya nada podía hacer.


Todos mis músculos se relajaron y la corriente me hizo deslizar girando bajo la superficie. Todo mi cuerpo tembló al continuar dando vueltas bajo el agua. Fue como si decenas de manos se apoyaran en mi cuerpo sacudiéndolo en todas direcciones. Abrí los ojos y vi la cantidad de burbujas en el agua oscura, aun iluminadas por el fuerte sol sobre la superficie. Las sentí correr contra todo mi cuerpo mientras llegaba al fondo rocoso.


El golpe fue seco y violento pero el impresionante sonido llegó hasta mis oidos como un último regalo de este mundo en el que cada momento es hermoso.